Aunque el sueño de una casa propia se convierte en un objetivo cuando se llega a determinada edad, comprar una vivienda no es una decisión que debe tomarse a la ligera, sobre todo si no se tiene claro el tipo que se desea adquirir.
La respuesta dependerá en buena medida de las preferencias de la persona, su situación personal, económica y sus aspiraciones.
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Preferencias: Existen distintos tipos de vivienda, como departamentos, casas de uno, dos o más pisos, con exteriores, patio o laterales. Si bien es cierto, esto depende también del presupuesto de la persona, existen inmuebles que cumplen con los requisitos que el comprador desea y se acoplan a su presupuesto.
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Situación personal: Esto se refiere a miembros de la familia y condiciones de vivienda. Por ejemplo, se pueden tener 2 hijos, dos animales y, debido a las alergias de los integrantes de la familia, no puede haber mucha entrada de viento. Es importante reconocer las necesidades del grupo familiar o individual de manera que el lugar que se vaya a ocupar se transforme en un hogar.
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Economía: ¿Se puede adquirir una deuda? ¿Se la puede pagar? ¿El transporte se encuentra cubierto? ¿Tenemos otras necesidades al momento? A veces podemos encontrar el lugar idóneo para vivir, pero no es el momento de adquirirlo. No aceptes una deuda que no podrás cumplir porque se volverá una carga.
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Aspiraciones: Quizás a largo plazo pensemos en mudarnos a otro lado y la vivienda es temporal. Por eso tenemos que tener en claro los objetivos a corto o largo plazo que vayan a obligar a la familia a cambiarse constantemente o quedarse.
Seguir estos consejos te ayudará a pensar mucho mejor en qué tipo de residencia puedes tener y cuándo adquirirla.